Pudo suceder.

Nos subimos a aquel tren, al principio de nuestra vida. Fue sin duda nuestro primer y gran amor. En nuestros jóvenes corazones todavía, entraban muchas ilusiones. Lo que nos ocurría o nos podía ocurrir, no cabía en nuestro futuro, este era algo muy claro para nosotros. Amarnos hasta la muerte.
Viajamos a través de las emociones, juntos descubrimos los colores de la vida, viviendo la gran experiencia de ser feliz.
Nuestros cuerpos se empezaron a conocer y nos hicimos hombre y mujer. Fabricábamos sonrisas a granel regalándolas a quien nos las pidiera.
Nuestras vidas transcurrían en paralelo pasando de niños a adultos, sin conocer todavía el dolor, ni vislumbrar el temible futuro.
Es la historia de muchas parejas que abren su ventana al Mundo, suben al tren de la vida y empiezan a recorrer su presente, a amarse sin condiciones, ni a quemarse con las infidelidades. Su tren recorre el camino hasta que en aquella estación se cumple su futuro.
Las dificultades surgieron sin avisar, sorprendiéndoles desarmados, su amor era difícil en esa etapa del camino, e inevitablemente este les apeó en aquella estación. Para no juntarles jamás.
Pudo suceder. Pero esta vez el futuro los separó sin ninguna advertencia. Después sin embargo en la memoria se quedó ese recuerdo de la estación en que se separaron.

efe.

 Photo credit: asleeponasunbeam / Foter.com / CC BY-NC-ND