El espejo del tiempo.


3Photo credit: Ruben Sada (Poeta de Argentina) via Foter.com / CC BY-NC-SA

El espejo del tiempo.

Desnuda ante el frío espejo del tiempo,
tu cuerpo se refleja.

La lozanía de antaño no brilla.
Solo los recuerdos son brillantes,
en su inexorable memoria.

Pasajes de juventud vividos,
besos gastados,
que guardas en el alma.

Deseos cumplidos,
mezclados con otros adversos,

Minutos de gloria,
barnizados por el amor vivido,
al termino.
Solo espinas y flores.

Maldito espejo,
que no refleja solo lo bello,

Colores negros que tintaron las penas,
Aleados con fuego,
que otros momentos de pasión llenaron.

efe

El Plebeyo y la Princesa.


4Photo Credit: .Alejandro Rubio. via Compfight cc

El Plebeyo y la Princesa

En la torre, la bella Princesa sola y triste llora desconsoladamente.
Su Señor antes de irse a la guerra, su tesoro, de candados ha trabado.
Más ella ya no llora su castidad, sino el silencio y abandono de su Señor.
Se asoma a la ventana y contempla la vida. Es día de mercado, los niños juegan, los comerciantes hacen su mercadeo y las buenas gentes bailan a los sones de los trovadores.
Desde su atalaya la triste Princesa oteando en el horizonte, divisa a una zagala con su hombre . Con la mirada se acerca a la vera del rio y entre los helechos, en una cama de flores el zagal a su hembra desnuda.
Sus pezones en el centro de unos pechos de miel apuntan al cielo, mientras el joven con sus duras manos los amasa bebiéndolos a besos, invade el aldeano el cuerpo hermoso de la zagala y sus labios llegan a su sexo, sumergiéndose luego en el lago salado de su pasión, que convierte  sus deseos en lujuria y desenfreno.
Dos lágrimas resbalan por el rostro de la Princesa que impotente y triste los contempla.
Esta entonces llama a su Ama nerviosa y desconsolada.
¿Qué te pasa mi niña?
Le pregunta la vieja alcahueta.
Yo quiero ser aldeana.
Le responde la Dama.
Eso no puedes ser Princesa.
Le contesta la Dueña.
Y a continuación la baña, reconforta y en el lecho la acuesta.
Transcurren sus sueños. De repente por la ventana el viril aldeano salta.
Entra obnubilado, se detiene ante la belleza de la Doncella.
Esta se despierta cuando las rudas manos del plebeyo la desnudan para romper los candados, liberándola de la cárcel de sus deseos.
El dulce cuerpo de la doncella brilla a la luz de la luna, quedando libres los secretos del cautiverio, al que le habían sometido los miedos de su Señor.
El Señor de la Guerra.
En ello va su vida pero su pasión le ayuda. Un gozo contenido, al aldeano inunda y ella se entrega como no lo hizo nunca.
Vibran de placer, entran uno en el otro recorriendo sus cuerpos, explotando en un orgasmo inevitable, juntando sus labios dibujan sus besos.
Jamás ninguno gozó de esa manera, la magia del destino los había unido, invadiendo de amor sus corazones.
Vuelven en sí. la viste con los hábitos de aldeana y juntos por la ventana saltan hacia el horizonte.
Mientras la vieja alcahueta les observa con lágrimas en los ojos.
Despidiéndoles, bendice a la joven pareja.

efe.firma año

Amistad.


Amistad.8

Un día en la adversidad te encontré amigo del alma.
La tormenta de la vida nos zarandeó para varar en la tristeza.
Tú me enseñaste a navegar, en ocasiones,
aliviaste mi carga, llevando consigo las penas.
Supiste escucharme y construimos nuestro mundo.
Juntos recorrimos las sendas de nuestra existencia,
para que el destino nos trajese hasta aquí.
Mas tarde el barco de la vida nos deparó otras vivencias.
Quizá el tiempo nos distancie y nuestra historia sea distante.
Pero siempre nuestro tesoro será nuestra amistad y cariño.
Mientras nuestras almas se reflejarán en bellos recuerdos,
para en la proximidad sentirnos.
Gracias de todo corazón amigo,
por haber compartido tu vida conmigo.

 efe.firma año

Las mujeres del marino.


12Photo credit: Toni Martín via Foter.com / CC BY-ND

Las mujeres del Marino.

En puerto seguro vivía el viejo Marino, allí compartía ilusiones y envejecía al compás de los vientos, con su mujer llamémosla A.
Esta de su compañía disfrutaba y sobre todo  un gran amor le prodigaba. Conocía sus amores en cada puerto. Pero también entendía, que así el amor él sentía.
En otro puerto más allá de donde sale el sol, el viejo Marino, se prodigaba con la Señora B.  Esta era una bella dama que no  en lozanía ni carácter a la Señora A envidiaba. Y su cariño y afecto le daba.
El pícaro Marino se dejaba amar, y la Señora B misivas le enviaba. Se prodigaban el diario querer pero pronto volvía a navegar hacia el Norte, para a la señora C su amor entregar. Quizá a la que más quería , pero también con la que compartía el querer más imposible. Lucía el sol, reían  eran felices, hasta que su barco enfilaba la proa hacia el sur. Allí le esperaba la Señora D. 
Su larga cabellera rubia fascinaba al viejo Marinero, este la sonreía y su cariño la entregaba.
Truhan abandonada me tienes, con tus amores en cada puerto, Prodigas tu cariño en otros mares y siempre soy la última en amarte.
Airada esta protestaba.
El viejo y sinvergüenza Marino, la miraba anhelado y la respondía.
Sabes que mi corazón está repartido.
Ella le escuchaba y marchar le dejaba.
Un día cuatro mujeres desoladas en cuatro puertos lejanos, lloraban la pérdida de un Marino desvergonzado. El océano le había llamado y el Marino en las profundas aguas se había ahogado.

Quizá la moraleja es que sabía fabricar amor, a diestro y siniestro y de esa forma lo repartía. Así era y así le querían.
Pero el dios justo. Su egoísmo castigaría y allí en el fondo de los mares su amor quedaría.

efe.firma año

Necesidad.


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Autor de la imagen

Necesidad.

Fluye la necesidad de transitar por tus sentimientos,
sentir el inconexo impulso de penetrar en tú alma.
Notar el calor de tú cuerpo amado,
entregándote íntimas sensaciones.
Libando el cariño cercano,
repartiendo y sanando heridas de amor.
Siento la necesidad de cabalgar hacia ti,
de amarte sin cortapisas.
De sembrar tú amistad con mi amor.
Siento deseos de matar al miedo,
de ser tú caballero en la paz y en el amor.

Efe.

Pasa la vida.


10Photo Credit: Franc Lojos via Compfight cc

Pasa la vida.

Pasa la vida a todo trapo, casi sin dar tiempo a reflexionar, todo es rápido y a poder ser si es  posible. Barato.
Pero la necesidad de ser feliz está intacta, quizá alguien piense que la madurez o más tarde la vejez, acaba con los deseos juveniles.
He podido comprobar que no es así, que el deseo nace todos los días y los que lo niegan es porque han perdido la esperanza, o son presos de la Soledad. Temible e insoportable compañera, que no perdona jamás.
El deseo de convivir con otras personas es necesario para cualquiera y de hecho vemos y comprobamos como se casan hasta los ancianos en sus últimos momentos, o como nace la primavera en los sentimientos ajenos.
El sexo sigue vigente en la conciencia de las personas a pesar de su edad, pero se adquiere el suficiente sibaritismo para trocarlo por el amor. Y como dice el dicho. Todo lo bien hecho, está hecho con amor.
Por eso cada día debe ser un día especial, en él que la vida se prolongue.  Si se ama de verdad. Y solo así, se consigue algo especial.
La felicidad.

efe.firma año