La Soledad encubierta.


La soledad encubierta.

1.Su matrimonio había consumido una decena de años, la vida holgada que disfrutaban era el caramelo que degustaban día a día. Socialmente, eran la pareja diez, soñada por cualquiera. Atractivos, con una posición económica muy holgada y con unas perspectivas de futuro amplias.
Pero la fachada no correspondía a su soledad interior. Habían dejado de participar en proyectos en común, se respetaban, como correspondía a su forma de ser, pero no compartían nada. Aparecían en público y se comportaban políticamente correctos. Pero habían dejado de amarse, de dialogar, de ser la pareja que se unió aquel día.
Eran aún jóvenes, pero su alegría se disipaba cuando estaban en la intimidad.
Porque se torturaban y no se desvelaban su ausencia, quizá existiese otra oportunidad para restablecer la felicidad perdida.
Una noche después de una fiesta, cuando llegaron a su habitación, ella se desvestía.
¿Me bajas la cremallera por favor?
Quizá era una petición normal, pero a el le pareció una llamada insólita. Cuando se desvistió, apareció una mujer preciosa, se quitó el sujetador y sus hermosos pechos recobraron la libertad. Le dio la mano y le volvió a pedir.
No te vayas. No deseo estar sola.
De repente les volvió la necesidad de ser libres, de hacer el amor y luego ser sinceros con ellos mismos. A lo mejor la pérdida de su soledad estaba lejana, o la llegada de la felicidad cerca.

Efe

Photo Credit: fernandobarcenapena via Compfight cc

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efe

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28 comentarios en «La Soledad encubierta.»

  1. Me has recordado un fragmento de un libro que me leí el año pasado. Relataba como él le subía la cremallera (en lugar de bajarsela), luego ella se marchaba a trabajar y ya no volvió a verla. Para el protagonista fue muy duro, pues no sentía la misma soledad que ella.
    Pero en tu relato ambos están en la misma situación y se dan esa oportunidad , me gusta que dejes esa puerta abierta…quien sabe si volverán a reencontrarse en la pasión.

    Besos.

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