La Soledad fingida.


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Origen de la imagen.

La Soledad fingida.

Sentada en la fachada del asilo, entre rosas ya gastadas, espera su última compañía.
Los años ya perdidos,  en su rostro, surcos bellos han trazado, su sonrisa ya es siempre dura, pero sincera, allí solo simplemente el cariño espera.
El amor eterno que le acompañó toda su vida, en su corazón profundas marcas dejó.
Por eso su soledad es fingida.
Y por eso mira al cielo  y desde su alma con su amor mensajes de amor le envía.
El recuerdo desde su interior nace y su soledad se aleja.
Estoy seguro que ya esa joven anciana, el último viaje emprenderlo desea, para entregarle los besos guardados.
Pero mientras desde el corazón siente la soledad fingida.
Su sonrisa su rostro ilumina.
Rompiendo su dolorosa espina.
La distancia de su amor perdido.

efe.firma año

Amores que matan.


5Photo Credit: Jotha Garcia via Compfight cc

Amores que matan.

Hoy me apetece ver los colores de la Primavera y ojalá que estos inunden la vida de todos los seres Humanos, pero quizá, haya que contar otras cosas.

De niños los casaron, la pobreza familiar fue su patrimonio y para heredar su miseria tiempo tuvieron. Su hembra era el trofeo ganado en una cruel y triste conquista. Las lágrimas lavaron las penas de ella y el malgastó sus sonrisas en celos infundados.
Los hijos del drama, a su madurez huyeron, cosechando en buena parte su fracaso. Reponerse difícil le has resultado, pero dese luego la tristeza tampoco les ha faltado.
Su hombre a su mujer posee, machista y equivocado, de cualquier otro congénere la defiende, la adora pero la maltrata, la mima pero la desespera, la secuestra y la viola, pero lo más cruel es que de la libertad la priva.
La justicia poco puede hacer, si el miedo a la mujer la encadena, su tradicional familia esta unión bendice y la creencia de que la mujer con la pata quebrada en casa, es lo decente, a este monstruo lo ampara.
Así desgraciadamente la vida para muchas mujeres pasa. La Sociedad la salud emocional no vigila y al final la sangre da por terminada esa mala forma de vida.

Desgraciadamente esta historia está basada en hechos reales y ante el estupor de todos nosotros todos los días nos desayunamos con estas terribles historias, pero la realidad  machaconamente se repite.

efe.

firma año

La Soledad encubierta.


La soledad encubierta.

1.Su matrimonio había consumido una decena de años, la vida holgada que disfrutaban era el caramelo que degustaban día a día. Socialmente, eran la pareja diez, soñada por cualquiera. Atractivos, con una posición económica muy holgada y con unas perspectivas de futuro amplias.
Pero la fachada no correspondía a su soledad interior. Habían dejado de participar en proyectos en común, se respetaban, como correspondía a su forma de ser, pero no compartían nada. Aparecían en público y se comportaban políticamente correctos. Pero habían dejado de amarse, de dialogar, de ser la pareja que se unió aquel día.
Eran aún jóvenes, pero su alegría se disipaba cuando estaban en la intimidad.
Porque se torturaban y no se desvelaban su ausencia, quizá existiese otra oportunidad para restablecer la felicidad perdida.
Una noche después de una fiesta, cuando llegaron a su habitación, ella se desvestía.
¿Me bajas la cremallera por favor?
Quizá era una petición normal, pero a el le pareció una llamada insólita. Cuando se desvistió, apareció una mujer preciosa, se quitó el sujetador y sus hermosos pechos recobraron la libertad. Le dio la mano y le volvió a pedir.
No te vayas. No deseo estar sola.
De repente les volvió la necesidad de ser libres, de hacer el amor y luego ser sinceros con ellos mismos. A lo mejor la pérdida de su soledad estaba lejana, o la llegada de la felicidad cerca.

Efe

Photo Credit: fernandobarcenapena via Compfight cc

firma año

Amor platónico.


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Autoría de la imagen.

Amor platónico.

Se adoraban hasta quererse, pero ella no lo entendía como estar enamorada, sus labios se encontraban día tras día, pero eran siempre la despedida. No tenían secretos y se admiraban como hombre y mujer, pero solo él, es el que esperaba su amor. Ella le quería, le  mimaba pero no entendía que le hacia daño.
Los envidiaban y tenían por amantes, pero para ella era amor filial, el sufría por un amor imposible, la sociedad por muchos motivos, le privaba de la libertad de amarla, solo podría quererla si ella lo deseaba.
Sus manos se conocían, a veces se apretaban fuerte, el sufría y luchaba contra la impotencia de que no pudiera ser suyo.
A veces pensó entregarla sus sentimientos, pero el miedo a perderla le alejó del momento.
Sus cuerpos se juntaron ante una adversa situación, la congoja ante la desaparición de un ser querido de la diva. Hicieron algo más de lo deseado. Los pechos de su amada se clavaron en su torso, sus labios se juntaron mientras las lágrimas de la hembra regaban su rostro. Aquel día lloró por la pena que sentía  su amor platónico, después solo recogió el agradecimiento, no la pasión deseada.
Al día siguiente un beso en los húmedos labios, la mano en la suya y el calor deseado. Dios cuanto la amé
A veces la vida te trae este suceso, enamorarte de la persona equivocada, aunque ella te demuestre un cariño insospechado, sabes que nunca será un amor con futuro, pasaran los años y posiblemente solo quedará un imborrable recuerdo, el amor frustrado.
Puede ser una historia personal, eso puede ser secreto, pero desde luego vivida desde cerca, casi es un sufrimiento.

Efe.firma1

En aquella playa.


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En aquella playa

De la mano paseaban por aquella playa casi desierta. Los primeros rayos de sol en aquella mañana de mayo calentaban todavía con suavidad el rostro de una pareja joven.
Habían hecho pellas, decidiendo cambiar la aburrida clase de historia, por un paseo por la playa. Sabían que estaría desierta y que las posibilidades de que alguien profanará su amor era casi improbable.
De repente una risita perversa en el rostro del joven, advertía a su chica de algo distinto. La besaba suavemente mientras la anunciaba. Vamos al agua. Sus prendas cayeron con prisa a la arena hasta que dos bellos cuerpos, dieron fe de del buen hacer de los que les engendraron.
Abrazados en la orilla las olas cubrían sus cuerpos, mientras el varón, con una osadía imprevista para la chica, besaba sus pechos.
Sus manos recorrían la geografía del cuerpo de la joven hasta que esta le devolvía las caricias, él las recibía con ardor para suplicarla su favor. Una mano casi infantil, morena pero limpia jugaba con el atributo del joven, que solo acertaba a entornar la vista, mientras la pericia de la muchacha le llevaba al goce. Luego casi llegando al final aprendería a hacerla feliz. Habían descubierto el mágico botón femenino, que hacía llegar al cielo a la guapa chica.
Hoy perdieron su clase de historia, pero la vida les enseño a amarse.
Lo de después es otra historia.

efe.firma1

Sin techo.


1Photo credit: Aidarile via Foter.com / CC BY-NC-ND

Sin techo.

Aquel rostro destilaba tristeza. Era una mujer llena de pena que vagaba envuelta en la pobreza. Pedía en la puerta del templo una moneda a todo el que pasaba para su sustento y quizá el de su familia, que hasta podía ser numerosa. Los transeúntes pasaban y de vez en cuando oía el tintineo de una moneda.
La idea de cualquier dadivoso es pensar que era pobre, por que había nacido así, o quizá incluso algún facineroso opinase algo peor, que no quisiese ser nada, o que se resignaba a no vivir.
Pero esas circunstancias las conocía solo ella. La vida a veces nos lleva a parajes insólitos, donde solo prima la pena en gran cantidad. Las causas podían ser de toda índole, su nacionalidad quizá maldita, para los tiempos en que vivimos, que todo se mide por el éxito y este es según donde hayamos nacido, sin pararnos a pensar que el lugar de nacimiento puede ser una lotería o quizá una suerte. Acaso los seres humanos no somos de la misma especie.
Acaso no somos capaces de soñar de reír y hasta de amar.
Su diaria tarea continuaba sin pausa, hasta que llegó alguien extraño, raro y hasta molesto. Era un hombre. Se sentó a su lado e intentó no sin esfuerzo que la mujer le atendiese que le prestara atención, quizá ella sintiese incluso el miedo de alguien del que no espera nada . Sin embargo le escuchó.
Te apetece comer.
Fue la pregunta. Absurda para ella.
Si. Creo que sí. Contesto con desgana. Para añadir.
Y a ti.
Pues también.
Entonces la desheredada partió una manzana en dos, dándole una mitad. Comiendo  juntos lo que les suponía un manjar, aprendieron a conocerse, después la tomó de la mano y la llevó a su casa.
Más tarde  la historia fuese compartir menos penas que alegrías.

Efe.

Pdta: Conocí a alguien que escribió algo parecido, llenando con su historia un libro que fue real hasta el fin.
Esa persona plasmo la historia en la que me he inspirado hoy.
Gracias José María.

José María Jimenez Rueda

Que tu muerte caiga sobre nuestra cabeza