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Depresión. 2ª Parte.
Había pasado el día en su apartamento, casi sin darse cuenta.Los restos de la pizza del mediodía seguían encima de la mesa, mientras en la ducha el agua resbalaba por su cuerpo, María pensaba en el plan para la noche.
Dentro del terrible caos que era su vida, había inexplicablemente aventura, ganas de vivir a su manera. Pero evidentemente todo era frenético y terriblemente perverso.
A Juan su reciente amante le despidió sin miramiento alguno esa noche, disponiéndose a practicar una de sus perversiones preferidas. Iba a ir al club de siempre donde si tenía fortuna vendería su cuerpo a quien pudiera pagarlo, con lo que además del vicio deseado obtendría una suma apetecible.
La música exquisita del Club facilitaba a la chica en Topless de la barra, sus movimientos. Esta animaba a los clientes a hacer algo distinto de lo habitual.
María lucía un vistoso atuendo que marcaba justo lo que quería enseñar. Alguien le había pasado la papelina necesaria para ponerse a tono,por lo que entró entró en el servicio y esnifó el polvo con la energía de alguien al que le falta algo, después en la sala era otra mujer. Despierta sin complejos sentía la necesidad de practicar sexo, unas miradas quizá algo obscenas bastaron para atrapar el primer cliente, no sentía remordimiento por lo que le estaba haciendo a Juan, más bien lo podía considerar una venganza hacia cualquiera que la intentase amar. Pero por lo menos esto era un paréntesis en el caos que era su vida.
Ya en la cama el casi anónimo cliente jugaba a hacer el amor a una muñeca que solo era humana, pero con un alma inaccesible, que no sentía nada, más que quizá asco.
Sentía como el hombre se había derramado dentro de ella, como había amasado sus pechos y casi con brutalidad la había penetrado, sin ninguna necesidad de devolverla goce alguno.
Volvía en su coche a su apartamento, triste pero sobre todo sola. Sería otra noche llena de sombras, donde otra vez se sentiría mal y sobre todo terriblemente deprimida.
efe.