El coche de Mariano.


Madrid 1941

Photo credit: Old Photographs Archive Spain via Foter.com / CC BY

El coche de Mariano.

Me suenan los recuerdos de mi niñez, de allá por los años sesenta en mi querido Madrid. Aunque   tocábamos  ya la prosperidad que venía de allende nuestras fronteras, la vida nos dejaba pocas salidas. Pero nuestra ilusión fue básica para llegar hasta hoy.
Quizá fueron tiempos difíciles, pero yo tuve la suerte de vivirlos alegremente, las golosinas eran para los Domingos y los Padrinos me compraban el tebeo, o  las andanzas de Roberto Alcazar y Pedrín.
los domingos íbamos a tomar el aperitivo a la terraza de un café en la plaza del Callao, donde pedían patatas a la inglesa que sabían a gloria, en fin todo un lujo para mí.
Aunque la lambretta era un moderno artilugio, que el Padrino usaba para sus correrías,que además en contra de mi sufrida Madre, servía para recogerme a la salida del colegio. Los compañeros se morían de envidia y nosotros salíamos a todo petardear calle arriba.
Pero claro luego estaba el coche de Mariano. Un Citroën de los llamados pato, era negro brillante, pues fue antes taxi que turismo. Mariano era un pequeño artesano, mitad industrial al estilo de la época, Trabajaba de sol a sol para sacar su jornal, que luego gastaba en cosas sencillas. El referido taxi tenía ya una vida por delante, que su Amigo el mecánico del barrio, había apañado para un buen rato.5
Mariano amigo de los más íntimos de la familia, nos invitaba a la chiquillería a ir de excursión a la casa de campo, que con la merienda era las delicias de todos nosotros.
Solía ser en primavera, por cierto esta venía en serio detrás del invierno, por lo que todavía estaban curándosenos algún sabañón. En aquella época los sabañones fastidiaban más que los piojos, pero era primavera, lucíamos los pantalones cortos y a la casa de campo nos encaminábamos.
Mariano y Señora iban delante, y sus dos hijos un servidor y mi madre atrás. Mi padre trabajaba los domingos. Pues era camarero no hostelero como se diría hoy.
Sacábamos las tortillas, los mayores vaciaban la bota y a nosotros nos daban agua de litines, que era agua con bicarbonato y limón.
Esos eran algunos de los lujos que se podían disfrutar en aquella época, pero desde luego nosotros dábamos envidia y a mí me dejaron muy buenos recuerdos.

efefirma

Pudo suceder.


Photo credit: Gabriel Torrecillas / Foter / CC BY-NC-ND

SONY DSC
SONY DSC

Quizá la vida transcurre sin darnos cuenta de lo que nos ha ocurrido, de cuando nos enamoramos, de quien nos enamoramos y de quien estamos enamorados. Es preciso que la adversidad, nos recuerde nuestros sentimientos, que afloren emociones, posiblemente prohibidas pero reales. Entonces la memoria trae nuestra historia, recordándonos momentos especiales, reprochándonos quizá nuestra cobardía por haber renunciado a un nuevo amor. Pero dándonos las gracias por haber sido consecuentes con los sentimientos vividos antaño.
Pienso que cuando se toma una decisión están ya valorados los riesgos. Sobre todo en las cosas del corazón, en el fondo hay una seguridad de seguir adelante. Pero la vida trae otros resultados y a veces se rompe la armonía, se gasta el amor y el final ya es conocido por todos. Nace otra nueva historia que a veces nosotros no somos capaces de hacer crecer. Disipando la gran oportunidad de ser más felices, pero pesa más el anterior amor vivido.
Después nos queda la nostalgia, el poso de la duda de si fuimos consecuentes con el abandono de la aventura, renunciando a un gran amor.
En cualquier caso todo es historia y al final siempre, sobre todo en lo malo, a nuestro lado se encuentra quien nos quiere. Fuese quien fuese. El protagonista de nuestro nacer al amor, o el que vino después para quedarse a nuestro lado.
Solo es sincera la verdad de nuestros actos y merece la pena no perder la memoria sabiendo que los dictados del alma llegan al cielo.

Efe.firma

Al final del ayer


Al final del ayer.7

Los surcos de su rostro trazaban el mapa de su vida. Había vivido varias guerras, injustas o no. Quién lo sabe. Ella no sabía juzgar ni siquiera lo necesitaba. Su sabiduría se había fraguado a golpes de sacrificio y esfuerzo y ahora todavía necesitaba seguir viviendo.
Hubo un tiempo, en el que los ancianos del lugar formaban el consejo del Pueblo y sus palabras eran ley, luego los hombres se fueron separando de esa forma de vivir, y después llego el abandono de esos viejos sabios.
Ella simplemente había guardado sus recuerdos que podían formar una bonita e incluso historia interesante, pero eso no estaba en la memoria de casi nadie.
Por eso aquel joven inquieto acostumbraba a conversar con ella, debía emplear toda su paciencia para no fatigarla, pero estaba viviendo en otro mundo de atrás donde no valía todo.
Los errores además de escritos en la historia, eran contados con la templanza del que los había vivido, y sin prisa también reflejaba las alegrías de alguien que vivió tiempos más duros.
La Anciana le aconsejaba.
Hijo la mejor virtud es la paciencia, que seguida de la templanza y el esfuerzo llena todas las estaciones de la vida. Este la sonreía pensando en que la edad marca el tiempo de las experiencias, trocándolas  después en sabiduría.
Muy bien podemos ser uno de nosotros cualquiera, los que escuchábamos las historias de la Anciana recordando con cariño el respeto a nuestros ancianos.

Efe.

Origen de la imagen

firma

Galopando.


2Photo credit: Li Taipo / Foter / CC BY-NC-ND

Galopando.

El tiempo trota a medida que la vida pasa.
Caminantes que conocí.
Se han diluido en mi destino.
Derramé lágrimas,
y gasté sonrisas…
Las huellas dibujaron el mapa de mi historia,
Algunas a fuego…
Otras fueron patrimonio de la tristeza.
Todas han marcado mis vivencias.
Dejando Algunos sentimientos. 
Que pocos deseo olvidar…
Por eso seguir galopando quiero.

efe

firma

Viaje al ayer.


3

Viaje al ayer.

Ayer tuve la oportunidad de estar unas horas en el Madrid antiguo, el llamado “Madrid de los Austrias” Lugar donde nací y viví mis primeras experiencias personales sobre la vida que me ha tocado gastar después.
Después de realizadas mis gestiones, decidimos comer en una tasca de la zona, las antiguas casas de comidas donde no solo se come, sino que se disfruta del momento. Después el inevitable paseo por el mercado de la cebada y el café solo, en una castiza cafetería en la calle de Toledo. Más tarde los recuerdos de la adolescencia, la esquina donde surgió el primer beso furtivo o el portal no recomendable de la época donde surgió la primera aventura sexual, que una verdadera dama del amor lo convirtió en algo inolvidable.
Antes. Aquellos duros inviernos en los que se llenaban las orejas de sabañones camino del entrañable colegio  en la Plaza de la Paja.
Las primeras ilusiones no cumplidas y el duro caminar hasta la hombría, pasando por la adolescencia y llegando a una juventud, en la que ya primaba la necesidad de ser mayor.
Cada vez que regreso al barrio, después de cuarenta años ausente, siento siempre el haberme marchado, aunque ya nada es igual. Las tiendecitas de ultramarinos convertidas en bazares chinos, la mercería en locutorio y los recuerdos hecho casi trizas. Solo algunos como el inolvidable Lucio o cervecerías como Muñiz, sobreviven a esta oriental invasión, esta última de carácter popular que aunque no tan mágica como Lucio también merece mi recuerdo.
Muchas veces pienso que ocurre en nuestra España que con el paro tan brutal, no haya oportunidades para los que quisieran continuar, pienso que además de perder las tradiciones estamos vendiendo ya nuestro aire.
De verdad estoy convencido que podemos hacer lo que hacen los de fuera, simplemente necesitamos el empujón necesario para lograrlo, y menos palabras y más hechos de la Administración que prime a los emprendedores y no los convierta en locos aventureros destinados al fracaso.

Photo credit: Obra fotográfica de Federico Romero / Foter / CC BY-NC-ND

efe.

firma

El día que te conocí.


4

Origen de la imagen

El día que te conocí.

Te vislumbré y mi retina no olvidó,
el día que te conocí.
Los sueños se convirtieron en deseos,
Los deseos se transformaron en recuerdos.
Para ser la niña bonita que se coló dentro,
El tiempo tamizó,
los sentimientos.
Solo quedó la necesidad de llevarte dentro.
Pasaron los años,
mientras nuestras almas,
con nuestros destinos convivieron.
Así fue el encuentro,
para juntos de la mano irnos  .

efe.

firma