Alto voltaje.
Como cada día laborable se habían encontrado en la mesa del pequeño restaurante donde comían todos los días. Ella era una mujer rubia con unos ojos verdes que iluminaban su rostro, unos labios carentes de carmín hacían juego con la ausencia de maquillaje, logrando una natural belleza.
El. Vestido con traje gris marengo y camisa con corbata a juego, lucía su resignado gesto de todos los días.
Se conocían de hacía meses, no sabían mucho el uno del otro pero ambos se conformaban con estar simplemente juntos un rato cada día.
Al día siguiente una carga inesperada de trabajo le retuvo toda la jornada, comer unos sanguis al mediodía sobre la marcha y salir ya avanzada la tarde fue toda su actividad del día.
El brillante neón del local de alterne de enfrente fue su única novedad de la ya casi noche. Dudó y valoró la posibilidad de tomarse una copa ya que su reciente divorcio le había llevado su sexualidad a la total miseria. Volvió a pensarlo y se encontró dentro del local sentado en la barra de espaldas al salón, paladeaba un güisqui solo,al tiempo que se regocijaba en su soledad.
De pronto sintió como una voz dulce, aún no identificada le proponía compañía. Se volvió y una mezcla de dolor y deseo descubrió a la chica del restaurante. Esta vez su rostro era terriblemente hermoso, su corto vestido enseñaba unas piernas contoneadas, que hacían justicia al generoso escote donde sus llenos pechos pedían algo.
Su desencanto sin embargo no le evitó que aquella noche acabaran en la cama del lujoso apartamento donde ella trabajaba. Jamás había vivido una pasión igual, Sus labios se devoraban salvajemente, penetrándola a horcajadas entraba y salía de ella,esta le ofrecía sus pechos que el pellizcaba, mordía y amasaba. Después un gritito de la fémina le marco el primer orgasmo que acompañaba a un río de semen que la inundó hasta las entrañas.
Un sensual beso bastó, para exhaustos caer en un dulce sueño.
Pasado unos minutos, se levantó, se vistió apresuradamente, con la chaqueta en el brazo y la camisa sin abotonar, dejando los billetes que consideró como pago del servicio, abandonó sigilosamente el lugar.
A la mañana siguiente la rutina de costumbre. En la mesa de todos los días solo y quizá desolado pensaba en ella, no entendía que se hubiese simplemente convertido en su cliente, cuando sentía que la amaba con toda su alma.
Pero como todo era siempre normal en Ella. De repente una joven más hermosa que ayer se sentaba a su mesa.
Hola. Fue su saludo.
A continuación le entregó un sobre y su corbata primorosamente envuelta.
Con la voz entrecortada le dijo. No estuve profesionalmente contigo, disfruté con toda mi alma y solo te quiero decir te quiero.
No hubo oportunidad para que se fuese, se levantaron, se abrazaron, entregándose un beso como nunca lo habían hecho.
El con voz tímida pero segura la pidió perdón por no haber sabido perdonarla antes.
efe.
Bonito relato el que nos dejas.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta
Me alegro que te guste Amigo.
Un abrazo.
Me gustaMe gusta
Emocionante … efe. He tenido la impresión que conocía a tu personaje … a ella … y a él, también, claro.
Me gustaMe gusta
Es una historia común que en alguna ocasión de la vida puede haber ocurrido.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es la forma con que lo cuentas, efe … genial, es casi una foto.
Me gustaLe gusta a 1 persona