Las estaciones.


8Photo credit: Garett Gabriel / Foter / CC BY-ND

Las estaciones.

Los ocres del saliente otoño marcan otra etapa vivida. Nuestra mente se adapta a otra estación y nuestro cuerpo se viste de principio de invierno.
Es curioso como mudamos los pensamientos a veces, cuando cambiamos de estación. En invierno vuelven las veladas al calor del hogar, y apetece hacer el amor con más frecuencia, convivimos y hacemos amigos.
El calor del sol veraniego nos trae libertad de espíritu, deseando casi volar. El callado otoño tiñe de poesía nuestra vida haciéndonos soñar. Luego el frio invierno nos lleva al extremo, nos guarda en casa haciéndonos pensar. Para que después la primavera vista de colores nuestra vida y nos haga cantar.
Todas las estaciones nos regalan algo, resultando el medidor natural de nuestro tiempo vivido y en todas ellas se guardan secretos y se viven emociones dignas de recordar.

Feliz otoño para todos.

efe.firma

Recuerdos junto al mar.


3Photo credit: Luz Adriana Villa A. / Foter / CC BY

Recuerdos junto al mar.

Desde hace ya un buen trozo de nuestra historia gustamos de hablar con el mar. Solos al atardecer, desnudos, simplemente juntos. Éramos muy jóvenes cuando descubrimos la magia del océano al amanecer o a la caída de la tarde, principio de esos mágicos atardeceres al borde de nuestra España, donde desde el horizonte nos llega algo diferente.
A cada momento que transcurre corremos ilusionados a esa playa recóndita, donde guardamos nuestros recuerdos, en donde podemos ser libres de las miradas ajenas, para contemplar esa puesta de sol, donde el rojo juega con un arco iris interminablemente bello.
Ahora hemos podido recordar como cumplimos aquella travesura de hacer el amor en la arena, o como nuestros besos de hoy son la continuidad del ayer, como el tiempo ha tapizado nuestros recuerdos de una sensualidad más atemperada, pero no atemporal.
Mezclando nuestras sonrisas con la magia de la brisa de una tarde ya noche de verano, logramos esa paz idéntica a la de siempre, que nos saca los años de encima llevándonos a esa juventud que aunque no eterna, es para nosotros ideal.
Quizás nuestro ímpetu juvenil nos llevó a amar el mar, a vestir nuestros cuerpos con la arena de su playa y a saber entender su bravura sin desencanto, a amar lo duro con lo bello, a sacar algo de eso que el hombre aún no ha podido dominar. Su bravura…
Me quedo con todo ya en este domingo serrano donde el cálido viento tuesta mi piel, recordándome también mi vocación de marinero en tierra, animándome a volver al mar.
efe.

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Nudismo y algunas cosas más.


2Photo credit: naiveartist / Foter / CC BY-NC-SA

Nudistas y de todo un poco.

Hace años cuando en este País el Nudismo era hasta motivo de cárcel, además de excomunión por parte del temido Clero, algunos éramos ya los pervertidos.
La Sociedad vivía reprimida hasta el punto que el varón no acosaba a la mujer, solo la poseía y en muchos casos, si ella protestaba no conseguía nada, porque hasta su Señora Madre daría la razón a su Marido. Si marido, porque amante o novio no tenían cabida en lo que a sexualidad se refiere y desde luego en la Sociedad tampoco.
Había que casarse y con cura de por medio, habiendo visitado antes al funcionario del Registro civil, que ya le mandaría el libro de familia al cura.
En fin la famosa frasecita “Todo atado y bien atado” Evidentemente el desnudo en espectáculos, playas u otros foros era pecado grave para la sociedad civil y más aún para el Sr Obispo de turno.
Pero algunos desvergonzados como el que suscribe, junto a su familia huían al país vecino y allí lucían su cuerpo al sol, junto al de su Dueña que estaba de merecer.
Eso si cumplir con los trámites oficiales de boda con casorio incluido, fue imprescindible por razones largas de contar.
La represión llegaba a coartar libertades entre hombres y mujeres, aunque  la juventud de los ochenta o noventa era digna de llamarse rebelde.
Después vino la apertura, la gloriosa Democracia y por lo menos gastándote las perras, o jugándote el tipo lucíamos nuestros desnudos integrales.
Hoy en día aunque el paso de la vida nos ha desvirtuado con la lógica perdida de juventud, nos permitimos vivir desnudos una gran parte del verano.
Y eso si, como decía un buen Amigo, somos nudistas, no gilipuertas, si hace frío nos tapamos.

Efe.

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El jardín de colores.


2Photo credit: hortulus / Foter / CC BY

El Jardín de colores.

Me asomo a la ventana  y me saluda un sol cálido y alegre. La fiel Zula agita sus orejas diciéndome que se acerca la primavera, es verdad ya las rosas le anuncian a las hortensias su primeros colores, estas las contestan que si, pero que ellas no se van hasta el otoño.
El Pruno está vistiéndose de marrón y rosa, se pondrá sus galas y competirá en belleza con el viejo Peral que teñirá de blanco su plumaje, para dar luego esas  dulces peras.
Y como no. El castizo Madroño anuncia su llegada aportando también sus colores, que frente a las adelfas harán un buen juego de rojos y verdes jugando con las tulias que lucen su luminoso verdor, acompañadas del azul del romero que deja sus olores.
Antes el jardinero, ha cuidado de que estén todos los colores, ha desvestido de las ramas ajadas a los arboles, abonado y podado los rosales y habla con Dios para que un traicionero granizo no venga a destiempo.
Sobre el verde del césped, un año más presiento una de mis estaciones preferidas. Mientras las begonias en el alcorque, juegan con las verbenas, petunias y margaritas formando una sinfonía de colores. Entonces  pienso. ¡Que bonita es la vida!

efe.

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