El regalo.


Diana.

El regalo.

2Transcurrieron unos segundos que cortaron la acerada mirada de la Dama, pero paradójicamente el encontró sinceridad, casi hasta ternura en  su mirada. Notó como su alma estaba aprendiendo a sentir, no era por la fuerza de ella, sino por el irresistible deseo de poseerla, o mejor de ser poseído.

Con una lentitud no estudiada se fue despojando de su ropa, hasta postrarse ante la Diva, el corazón iba deprisa, a medida que se gastaba el tiempo. Fueron momentos llenos de misterio, que jamás olvidaría.

En la mente de Juan iba creciendo un deseo, al tiempo que ella le observaba. Rompiendo el silencio deseado por Diana, le comunicó que estaba allí para darla placer, para después quizá él gozar. Pero tú goce es tú entrega física y mental a mi persona. La humildad es tu patrimonio, y para mí eso es algo muy hermoso .Le manifestó Diana con segura decisión.

Ya solo eres simplemente mío, pero también te deseo con todo mi alma, por eso te enseñare a amar, tu pasión será tu regalo que yo sabre compensar.

Con estudiada perversidad lo azotó hasta hacerle sentirse diferente, hasta que logró hacerle desear el dolor, que ya era placer. Aprendía a sentir a abandonarse a otra persona, a comprender la verdad de la entrega en su caso a alguien distinto. Quizá era la mujer de su vida, la que era capaz de vaciar su corazón, limpiándole de egoísmo. 

El abandono de su propia mente le llevó al borde de una paz inmensa, sentía la mano de la fémina como le tocaba, como llegaba a sus intocables secretos, como le limpiaba el alma, hasta hacerle suplicar su cercanía.

Su humildad era bella ante la ya generosidad de su dueña, que se limitaba ya desnuda a hacerle gozar.

Sus cuerpos hablaban de placer, de dolor, de la intensidad de gozar ante la entrega a otra persona. Era la comunión de dos personas ante la necesidad de vivir al límite, de romper  sus más íntimos secretos para después conseguir el orgasmo más bello y valiente de su vida.

efe.

Photo credit: mb.neave / Foter.com / CC BY-NC-NDfirma

Diana.


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Photo credit: Kris Krug via Foter.com / CC BY-NC-ND

Diana.

Se conocieron un día cualquiera, inesperado, pero así fue. Era un sórdido club liberal, al que a veces le llevaba su desesperación, ella sin embargo había entrado para cumplir una maliciosa fantasía y así fue como se encontraron.
Meses después, el tedio quizá de ella la encaminó a llamarle. Diana era una hembra de cartel, su esbelto cuerpo conjuntaba con un rostro duro pero muy interesante, él era el típico tipo desgarbado con un aire intelectual, al que ser dominado por una mujer probablemente le repugnaba, pero la vida a veces te puede cambiar los esquemas.
Con más curiosidad que ganas, subió al coqueto piso del centro, donde vivía Diana. Al primer timbrazo se abrió la puerta, traspasó el umbral y la voz de Diana retumbó en sus oídos.
¡Pasa al fondo y cierra la puerta Juan!
El piso estaba decorado con el gusto justo, pero tenía algo distinto, que el quizá no alcanzase a adivinar. Se sentó en la salita, en un sofá incomodo para su gusto, hasta que entró Diana. Estaba simplemente inmensa, sus largas piernas enfundadas en unas mayas negras, terminaban en un rojo corsé que contrastaba con sus acharoladas botas negras. En su rostro sin casi maquillar, lucía una maliciosa sonrisa que cautivó al joven. Toda ella era sensualidad, acercándose a un pequeño baúl adosado a la pared, extrajo una fusta de cuero negro que depositó en la mesita.
Juan la lanzó una mirada incrédula, pero solo fue capaz de besar la mano de la hembra, al tiempo que balbuceaba, un asustado. Hola .
El joven se dio cuenta de que deseaba estar allí con Diana, de que estaba viviendo más que en toda su vida, disfrutando quizá de la generosidad de Diana.
Lo que pudo pasar después quizá sea otro capítulo, pero Juan empezaba a cumplir un sueño, el que alguien le considerará que era suyo. Lo demás no le importaba nada, simplemente era este momento algo especial para él. Un regalo difícil de perder .

efefirma

Hermoso Poder.


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SONY DSC            Photo credit: Moira_Fee / Foter / CC BY-NC

Hermoso poder.

Con la vista baja,
bebe la magia de su poder.

A sus pies sabe ser hombre,
sabe amarla sin desdén.

A sus pies,
Puede ser suyo.

Esperar su atención.
Vivir su amor.

Es su derecho,
cumplido y esperado.

La severidad.
El alimento del esclavo,

La sumisión la dicha de la amada.
Después juntos al cielo.

efe

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Morir de placer


dscn0485-jpgPhoto credit: Raffaello Robbiani / Foter / CC BY-NC-ND

Morir de placer.

La espera.
Desnudo con ansia y con deseo.
Ella altiva y hermosa.
Le muestra su cuerpo de brillante glamour 
Nota el aliento de la Diosa,
Lo bebe.
Y esta le premia con un beso.
Luego la negra fusta marca sus nalgas.
Provocando el estremecimiento,
en el cuerpo y mente del reo.
Los labios del amante esclavo.
 En el sexo de la Diva beben.
Este siente el placer a raudales,
Vibra y vive la pasión incontenible.
¡No ceses perro!
Oye atento.
La orden es cierta.
Eres mío.
Siempre serás mío.
De placer morir deseo.
Responde  feliz y sumiso el reo…

Efe.

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Muy Personal.


2Photo credit: Sabine Mondestin / Foter / CC BY

Muy Personal.

Este modesto contador de cosas no oculta sus inquietudes personales y sobre todo sexuales, en este último campo creo que ya no tengo necesidad ni tiempo para cambiar mis gustos y menos los de mi Dueña.
Creo que lo cortés no quita lo valiente, tener inquietudes sado masoquistas dentro de la pareja no nos hace ser lo suficientemente impúdicos para esconderlas, en nuestro caso seguimos practicando nuestros juegos y de mi sumisión da fe mi Dueña.
En la vida todos tenemos recursos para realizarnos a nivel sexual y decorar nuestras experiencias con múltiples fantasías, que nos hacen por lo menos en nuestro caso llegar al cielo.
En los últimos tiempos he podido comprobar como todos estos pecados se diluyen en la nada, sin crear problema alguno en las personas, por ejemplo mi entrañable amigo Pelón que no podía prescindir de su naturaleza sumisa, ahora es un casto Varón que disfruta de su amada sin ninguna complicación.
Sin embargo amigas de mi Dueña siguen siendo unas extraordinarias Dominas o sumisas sin dilación alguna. Que por cierto puedo caer en sus manos sin miramiento ninguno por parte de mi Dueña y menos de ellas.
Entonces deduzco que las personas que sienten estas tendencias nacen con ellas, que mi Dueña no se olvida de tomar el látigo aunque las circunstancias lo impidan y que su necesidad de amar a su Sumiso es vital para Ella. Pero que también no condiciona su vida afectiva,sexual o amorosa, ni tiene trauma alguna que la impida ser una amante convencional.
Sin embargo en nuestra situación como pareja, hemos comentado muchas veces. Si nos olvidamos de sentir el BDSM ¿podemos vivir felices nuestra vida sexual y personal?
La respuesta después de varias decenas de años en convivencia.
Es un rotundo NO.
Estamos equivocados según nuestros pensamientos. Desde luego que no una vez más, según la opinión ajena. Quizá.

Un abrazo.
Efe.firma

Cuerpo a cuerpo.


7Photo credit: Iñaki Pérez Aguado / Foter / CC BY-NC-ND

Cuerpo a cuerpo

Las sombras de la noche tapizan de misterio,
la escena entre la Diosa y el esclavo.
Juntos viven momentos de pasión.
Los ojos de la Diva destellan lujuria.
presagiando emoción.
Se rozan cuerpo a cuerpo,
empapan sus labios de saliva.
Fuerzan la mirada,
se muerden, sudan…
Se regalan su fuerza.
Suplican palabras de amor.
Nada ahora es falso,
todo nace de dentro.
Ambos se pertenecen,
entregando su mutua pasión.
Una vez más…
Han cumplido sus profundos deseos.

Efe.

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